Las tres pistas del Cirque du Soleil

por: Alicia Guzmán
Fuente: esmas.com

Los más de 50 artistas de la compañía lograron que los espectadores pasaran de ser un "quidam", a uno más en la pista

CIUDAD DE MÉXICO, México, nov. 16, 2007.- Se apaga la iluminación del recinto. Silencio. Zoe aparece enmedio de sus padres, quienes viven inmersos en sus pensamientos.

La única esperanza de la pequeña es escapar, salir a través de sus sueños. Quidam aparece como una solución a su tristeza. En francés, "quidam" es una palabra con la que se denomina a un anónimo en la calle, a la figura solitaria que podemos encontrar en las esquinas, al que se encuentra perdido entre la multitud.

Seres solitarios montados en círculos metálicos, acróbatas desafiando con su peso a la gravedad; malabaristas que invocan nuestros más ocultos deseos de poder sostener por segundos pelotas, cilindros y sombreros entre las manos y el aire.

Zoe, la pequeña protagonista, acompaña a estos sueños. Se sienta, observa como un espectador cualquiera. Abre sus ojos sorprendida por la magia y desafio. Mientras, el público, se planta en la pista a la cordial invitacion del mimo, quien parece el encargado de reunir realidad con la fantasía.

Al otro invitado, la música, coordina a la perfección giros y piruetas, provocando la reacción deseada con manos cubriendo los rostros y gritos a veces no muy ahogados.


Ahora, el sueño es real.

Aquí es donde se entiende el concepto "circo de tres pistas". El mundo circense moderno no puedo presentar en la pista un solo acto; no puede conformarse y menos arriesgarse a perder la atención del espectador. Cirque du Solei es la expresión más pura de esto. La mirada no encuentra donde posarse, no puede detenerse; debe caminar a la par de contorsionistas y bailarines, debe abrirse y multiplicarse.

Se acerca el final. La segunda parte del espectáculo hechiza; muestra la capacidad del cuerpo humano para realizar cualquier movimiento. Al mismo tiempo resalta la fragilidad y va tocando fibras sensibles... el silencio acompaña una danza fuerte y agresiva, suave y cercana.

Los padres de Zoe despiertan del letargo, y la niña entrega a Quidam la llave al mundo de los sueños.